lunes, 30 de mayo de 2005



Cuando te fuiste me puse a buscar lunas en almíbar,
sólo hallé un carrusel de luz enloquecida.

domingo, 29 de mayo de 2005



Era la tarde, era un cielo donde Tláloc imaginaba sirenas y delfines.
Era Louis Armstrong oprimiéndonos levemente el corazón con las lágrimas de su trompeta.
Era Ella Fiztgerald exiliando ángeles a una cúpula de claridades con su voz de furiosa ternura .

Era la sensación de disipar la luz en un cristal

como quien pretende herir el aire.

miércoles, 25 de mayo de 2005


Esa hora
la hora en que las mujeres

se quitan el vestido dulcemente
pensando en la muerte

el instante en que un abogado
—senil, amargado y pobre—
despedaza frente a sus colegas el Diario Oficial de la Federación

la madre que avienta a su hijo un plato de sopa caliente

el hijo que voluntariamente pierde

a su hermano menor en un parque concurrido

ésa hora donde los delfines copulan con el diablo
y las mariposas se entregan a las profundidades de la noche

el instante en que el cuerpo

de los tuberculosos toma conciencia del dolor
conciencia de la sangre en la sonrisa
a esa hora escribo todos los días
en ese momento tengo nombre y dirección.



domingo, 15 de mayo de 2005



De cómo Silvio Rodríguez
cantó y la lluvia dejó de caer


Eran las siete de la noche y la gente ocupaba ya más de la mitad de la Plaza de la Constitución. El cielo estaba nublado y la lluvia caía a ratos en diferentes intensidades. La necesidad hizo que se fueran formando comunidades alrededor de las sombrillas más anchas. Los vendedores de “plásticos” comenzaron sus actividades. Cada minuto la masa se hacía más densa, el calor comenzaba a reunirse.
“Compañeros poetas, tomando en cuenta los últimos sucesos en la poesía /quisiera preguntar, qué tipo de adjetivos se deben usar…” para narrar un concierto sin caer sentimentalismo y lugares comunes, para no confundir una canción con un atentado. Eran las ocho con treinta minutos y los músicos salieron a afinar sus instrumentos. El primer guitarrista ejecutó el bolero “Juramento”, de Miguel Matamoros, mientras los gritos de “Sil-vio, Sil-vio”, no dejaban de escucharse.
A las ocho de la noche con cuarenta minutos Silvio Rodríguez salió al escenario. El alboroto era total, jóvenes y ancianos, mujeres y niños gritaban y aplaudían al hombre que había detenido la lluvia. Y tocó “Mi casa ha sido tomada por las flores”, pieza incluida en su nuevo disco, Cita con ángeles. Silvio presentó a sus músicos y agradeció la presencia del público. “Gracias pueblo de México, esta es una tregua con Tláloc.” Miles de alaridos y llantos silenciosos se vieron flotando sobre ojos desnudos de los asistentes. El cubano de San Antonio de los Baños hizo un pacto con el dios de la lluvia y ofreció su voz como ofrenda. Hubo canciones nuevas y conocidas, citas de ángeles y serenatas diurnas en el repertorio del trovador.
La emoción no menguaba, nadie creía que Silvio Rodríguez estuviera frente a él, así como si nada, tocando y recordando canciones. Silvio cantaba y desde los balcones las mujeres precipitaban pañuelos invisibles. Silvio tocaba su guitarra y los hombres anulaban lejanas lágrimas turbias.
“Esta es canción es una suerte de metáfora” dijo Silvio antes de empezar a tocar “El matador”, “este hombre es una especie de metáfora”, dijo un hombre en el público empezando a soñar. Pero “no estamos tan solos como esperamos”, a la comunión de silenciosos llegaron Lázaro García, iniciador de la “llamada nueva trova cubana”; el entusiasmado Fernando Delgadillo y Daniel Viglietti, trovador uruguayo que agradeció a Silvio por el espacio, por permitirle utilizar su guitarra y por dejarlo entrar en “su arco iris de violetas y malvas”, en el jardín de soledades en que se había convertido el Zócalo de la Ciudad de México.
De repente, como si no fuera suficiente tanta música Silvio sedujo a su armónica con las notas eléctricas de Bob Dylan. “Escribí esta canción antes de embarcarme en el Playa Girón.” Antes de que la Revolución Cubana erigiera sus estatuas y derrumbara los intentos del imperialismo. Silvio no estaba solo, su amigo Compay Segundo lo escuchaba con puro en mano, Sindo Garay apuraba un mojito, Marcos Huerta y Felipe Garrido lo esperaban con tequila.La celebración se fue cumpliendo, las canciones “El papalote”, “Historia del elegido”, “Te doy una canción”, “Canto arena”, “Ojalá”, “Unicornio” y “Sueño con serpientes”, fueron escuchadas y cantadas por el público insobornable.
“Vivo en un país libre, cual solamente puede ser libre, en esta tierra, en este instante…”, y la bandera de Cuba en luz de las pantallas, y los colores de la Revolución, melancólicos, en los corazones de los decepcionados. Y todas las mujeres entornando sus “ojos de papel volando”. El cubano amenazaba con retirarse pero iba y venía, nadie dejaba su lugar, los prudentes retrocedían seis pasos para detenerse a escuchar cuando regresaba a tocar otra canción. Silvio se despidió por última vez, “El dulce abismo” anunció la despedida, “Amada, supón que me voy lejos,/ tan lejos que olvidaré mi nombre.”

Y Silvio se fue entre aplausos, gritos, ternuras, latidos incesantes y declaraciones de amor.
Adónde va Silvio, “¿Adónde van las palabras que no se quedaron, adónde van.”

viernes, 13 de mayo de 2005

El mar y sus praderas

I

Fue un viaje necesario y asombroso. La poesía no sólo está en el papel o la pantalla, está en el aire, en la arena, en el sol, en una mirada, en el viento, en el sonido de la luna contra el agua. Estos días he perdido muchas cosas, pero también he recuperado otras. Este equilibrio permanente puede tener altibajos de un contraste aterrador. Hay caminos que uno debe recorrer solo, otros acompañado, éste era de inobjetable factura colectiva. Thor, el dios protector y patrocinador del viaje, daba y quitaba a placer, respondía vengativo cuando no le eran entregadas las ofrendas correspondientes. Con un criterio ilógico, negaba y proporcionaba beneficios. Y las imágenes iban llegando.

Una garza en la cintura magnética del trópico.

Una sensación de pájaros oscureciendo el horizonte.

Pero en toda luna se esconde una mujer.Ella tocó mis ojos y sólo vi penumbra.Hubo un incendio tan perturbador como la más inimaginable caracolaElla me invitó a su casa y yo dejé que todo el mar se fuera en ella, dejé que mis olas tropezaran con sus caderas, bebí todo el dulce rencor que guardaba en su cuello. Yo perseguía la transparencia mientras un burro rebuznaba a la luna.

II

Y es que la noche era un rugido de estrellas en el agua, el intento del fuego por enrarecer los ojos de la arena. Ella, no Ella, otra, me esperaba en los rincones de la niebla.

jueves, 12 de mayo de 2005

¿Y si me muero sin volverte a ver?

viernes, 6 de mayo de 2005



Es la mujer pasándonos encima como nos pasa el mar...

miércoles, 4 de mayo de 2005



Ya no quiero visitar tu casa
temo tu mirada
los claros aceites que vas dejando en las paredes y en el aire
no quiero contemplar ese rencor que me soporta cuando no me miras

Ya no
No deseo para tus ojos la putrefacción
sólo el debilitamiento
la ceguera prematura
y es que cultivar la noche en un río de mentiras no beneficia a nadie

No volveré a encontrar tu veneración por los instantes
la loca quietud de tus pasiones
cuando lloras o hieres mis intentos

No volveré —lo digo secretamente— a intentar tocarte
dejaré de pensar en ti para secar tus fotografías
acumularé toda la luz en esta página
los brazos y los ojos mutilados por tu ausencia.


lunes, 2 de mayo de 2005

.
En el juego de la altura:
tú contra mí

Déjame irte reconociendo en el movimiento
en las fisuras de la noche

imaginemos una ráfaga líquida
el aroma de un beso que todo lo destruye

tu sabor es el aire de los muertos
los ojos de una paloma ciega

y tengo que comerte para decírtelo
tengo que vulnerar el agua que me acercas

perdóname
señora
por no compartir tu cuerpo
por dejar en el aire los frutos de tu transparencia
por no decir “perdóname”

te ofrezco mis secretos y mis uñas

mis labios encendidos en la humedad de la simulación.

.