sábado, 31 de diciembre de 2005

Mientras llegabas
yo era un cartero
enamorado de las olas
un ciego de dudosas intenciones.

martes, 20 de diciembre de 2005




Yo me paro en las cantinas
y a salud de las ingratas
hago que se sirva vino
pa'que nazcan serenatas.


José Alfredo Calavera

martes, 22 de noviembre de 2005

lunes, 21 de noviembre de 2005

Homenaje a Otto Weininger (1960)
(Con una referencia biológica del barón Jakob von Uesküll)

Al rayo del sol, la sarna es insoportable. Me quedaré aquí en la sombra, al pie de este muro que amenaza derrumbarse.
Como a buen romántico, la vida se me fue detrás de una perra. La seguí con celo entrañable. A ella, la que tejió laberintos que no llevaron a ninguna parte. Ni siquiera al callejón sin salida donde soñaba atraparla. Todavía hoy, con la nariz carcomida, reconstruí uno de esos itinerarios absurdos en los que ella iba dejando, aquí y allá, sus perfumadas tarjetas de visita.
No he vuelto a verla. Estoy casi ciego por la pitaña. Pero de vez en cuando vienen los malintencionados a decirme que en este o en aquel arrabal andaba volcando embelesada los tachos de basura, pegándose con perros grandes, desproporcionados. Siento entonces la ilusión de una rabia y quiero morder al primero que pase y entregarme a las brigadas sanitarias. O arrojarme en mitad de la calle a cualquier fuerza aplastante. (Algunas noches, por cumplir, ladro a la luna).
Y me quedo siempre aquí, roñoso. Con mi lomo de lija. Al pie de este muro cuya frescura socavo lentamente. Rascándome, rascándome. . .
Juan José Arreola


viernes, 18 de noviembre de 2005

Cuento para sirenas insomnes

Tuvo que transcurrir tanto tiempo para que pudieran encontrarse.
Tanta inservible rutina.
Estaban cerca, demasiado.
Ella en la verde música del mar, él en la caja negra de la literatura.
Una vez, solos, de noche, en una calle, se encontraron, pero no se reconocieron.
Caminaban paralelamente, casi tocándose, casi besándose, casi perdiéndose.
Una hora, un minuto, unos pasos los separaban.
Ella dibujaba mariposas en el agua. Sus movimientos
Él, apartado del alboroto, interrumpía los ciclos lunares.

Cegados, casi en silencio, atravesaron la vértebra penúltima del instante.

La penumbra seguía.
Hasta que, por un azar incomprensible, se encontraron.
Y ella no tuvo más lunares que las huellas corsarias de sus besos.

lunes, 14 de noviembre de 2005

En las torres distantes del brillo y la lejanía...

sábado, 12 de noviembre de 2005


Cómo guardar la furia y no matar al primero que pase.
Cómo convenzo a los cerdos que existen los colores.
Cómo evito a los sacerdotes de la televisión.
Cómo mantener a las sirenas cantando.
Cómo vivir sin molestar a nadie.
Cómo recordar mi nombre.
Cómo escribir en la mañana.
Cómo olvidar su nombre.
Cómo dormir.
Cómo.

jueves, 3 de noviembre de 2005

No es decir nada decir que el corazón se rompe

Cómo pudo caber
tanta desolación en dos ojos oscuros

El ángel se transforma
tiembla tu cuerpo desprovisto de amparo
tiembla tu alma desnuda de consuelo
tiembla tu corazón mordido por un tigre
tiemblan tus manos inútiles y solas

Cae
para que pueda yo tocar tu mano al levantarte

Mi ser se pierde en ti
y en la raíz de tu nombre se libera

Elsa Cross

domingo, 30 de octubre de 2005



En temporda de muerte y carcajadas
opongo mi retrato a las sombras y elijo
la ventana más profunda para soltar mis dientes.

domingo, 16 de octubre de 2005

Y ese festín
esa incalculable saciedad de sed
las acrobacias auténticas del eter
el espasmo de la intemperie
la intemperie sobre nosotros
y nosotros sin ella
abastecidos por testigos elocuentes
sillas necesarias y malditas
fragmentos de cielo y espuma
para coronar el aliento de los lobos.




martes, 11 de octubre de 2005

Los Skatalites en Puebla

jueves, 6 de octubre de 2005

ZAN YE IHUAN NONCUICA

Tlaltecatzin

En la soledad yo canto
A aquel que es mi Dios.
En el lugar de la luz y del calor,
En el lugar de mando,
el florido cacao esta espumoso,
La bebida que con flores embriaga.

Yo tengo anhelo,
lo saborea mi corazón,
se embriaga mi corazón,
en verdad mi corazón lo sabe:

¡Ave roja de cuello de hule!
Fresca y ardorosa,
Luces tu guirnalda de flores
¡Oh madre!
Dulce sabrosa mujer,
Preciosa flor de maíz tostado,
sólo te prestas
serás abandonada,
tendrás que irte,
Quedarás descarnada.

Traducción: Miguel León-Portilla) Flor y Canto p 161

martes, 4 de octubre de 2005


.

domingo, 25 de septiembre de 2005

En los calabozos de las redacciones


No hay espacio para la tristeza
no conocen la nostalgia
el frío de la noche
los gobiernos de la soledad

este peregrinar en la intemperie
salir para no llegar
buscando una región
de transparencia y espanto

quién nos inscribió en este funeral de la tristeza
quién
desde su espacio terrible
designó el mar y la luna como
sustento de los aterrados

cuántas veces
por encontrar la palabra equivocada
perdí las intenciones de la lluvia

cuántas falenas dejé partir
mientras estuve en el sótano de la disgresión.

.

martes, 13 de septiembre de 2005


La noche hundida toca los horarios de la carne.

Cuántos animales, hirviendo, somos bajo la sábana.


David Huerta




Foto: Pedro Meyer

lunes, 12 de septiembre de 2005


"La realidad es una broma que ya me está poniendo nervioso", sobre todo por las constantes presiones, las exigencias, las perspectivas, las esperanzas.
Hay que cumplir y soportar las incisiones de la soledad.
Quien habla es alguien que quiere ser yo, pero no lo dejo.
Aparecen en mí los temores cotidianos, las obligaciones asesinas, la urgencia de equilibrio.
Me resisto a ser él, yo, el responsable, el exitoso, el honesto: un ejemplo.

Yo elijo el placer, la caída, el riesgo, la disipación.

No permitiré que las gorgonas me visiten,
prefiero las sirenas, que hieren mientras cantan.

sábado, 10 de septiembre de 2005

ENTRESUELO

Un ropero, un espejo, una silla,
ninguna estrella, mi cuarto, una ventana,
la noche como siempre, y yo sin hambre,
con un chicle y un sueño, una esperanza.
Hay muchos hombres fuera, en todas partes,
y más allá la niebla, la mañana.
Hay árboles helados, tierra seca,
peces fijos idénticos al agua,
nidos durmiendo bajo tibias palomas.
Aquí, no hay mujer. Me falta.
Mi corazón desde hace días quiere hincarse
bajo alguna caricia, una palabra.
Es áspera la noche. Contra muros, la sombra
lenta como los muertos, se arrastra.
Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua.
Su piel sobre mis huesos
y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto muchas veces
al pie del alba.
Recuerdo que recuerdo su nombre,
sus labios, su transparente falda.
Tiene los pechos dulces, y de un lugar
a otro de su cuerpo hay una gran distancia:
de pezón a pezón cien labios y una hora,
de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas.
Yo la quiero hasta el fondo de todos los abismos,
hasta el último vuelo de la última ala,
cuando la carne toda no sea carne, ni el alma
sea alma.
Es preciso querer. Yo ya lo sé. La quiero.
¡Es tan dura, tan tibia, tan clara!
Esta noche me falta.
Sube un violín desde la calle hasta mi cama.
Ayer miré dos niños que ante un escaparate
de maniquíes desnudos se peinaban.
El silbato del tren me preocupó tres años,
hoy sé que es una máquina.
Ningún adiós mejor que el de todos los días
a cada cosa, en cada instante, alta
la sangre iluminada.

Desamparada sangre, noche blanda,
tabaco del insomnio, triste cama.

Yo me voy a otra parte.
Y me llevo mi mano, que tanto escribe y habla.

Jaime Sabines

sábado, 3 de septiembre de 2005



Al mirarte herí la más frágil de mis costillas
el más lejano de mis huesos

el reloj de la realidad cayó sobre mis ojos

Ya no conocerás el pantano de furia que es mi corazón.

viernes, 2 de septiembre de 2005



Siempre estoy en el cielo de tus celebraciones.

jueves, 1 de septiembre de 2005



El día que tú te mueras
nacerán lombrices
en los ojos que besaste.



domingo, 28 de agosto de 2005

In memoriam

Carlos Andrade Velázquez

"Por la lejana montaña va cabalgando un jinete
vaga solito en el mundo y va deseando la muerte."

José Alfredo Jiménez

lunes, 22 de agosto de 2005



Soy el que ocultamente se retrasa
y se substre a lo que se devora.


Jorge Cuesta

miércoles, 17 de agosto de 2005



Traje para ti la campana de mis desvelos,
el espacio de la dislocación.

martes, 16 de agosto de 2005

Otra bruja no habrá
que me distraiga y encarcele
con la misma temeridad de los insectos

a dónde huiste
qué terrible germen alteró tus aficiones

ante los líquidos menstruales de la luna
juro no volver a escribir tu nombre
en la sangre derramada de los gatos

no cortaré cabezas de gallos miopes
sólo por ofrecerte un desayuno saludable.

lunes, 15 de agosto de 2005



El toro despeñando destellos en su ira.

lunes, 8 de agosto de 2005

Dionysos es la pasión, sin la cual la vida no trascendería el nivel inicial, no andaría persiguiendo y logrando, en parte, una asención a formas superiores. Si la luz es el medioen el cual la vida y las cosas todas se hacen visibles, la pasión es la apentencia misma de alcanzar manifestación, de llegar a ser algo sino de afrontar esta luz [...]
No es Dyonisos el dios despreciador de la forma, sino el que, buscándola, no puede detenerse en ninguna, porque la forma última, total, habría lograrse más allá de la muerte.

María Zambrano, El hombre y lo divino.

miércoles, 3 de agosto de 2005


Cómo controlar
esa marea de derrumbes
ese oleaje violento de tu cuerpo

no bastaba la sanidad de las miradas
el peligro de los besos:
formas de muerte y vida

no bastaba alejarse y escuchar las estrellas
había que ver los temblores
hambrientos de la imaginación
y las estrellas fugándose
y apareándose en medio de la alberca
sólo nosotros cometiendo silencio
a media madrugada

sólo nosotros
-cefalópodos hambrientos-
aceptamos la distancia
que impone la temperatura adecuada
los vértices de la rebeldía

y era mejor estar nadando en tus sábanas
que compartir pan y vino con los cerdos

era más saludable mirar al sol a medio día
que estar con los gusanos de la ebriedad
era más fácil soportar el hambre
que atender a los inútiles.

lunes, 1 de agosto de 2005


Estrellas y temperaturas

Totalización: concepto poético-filosófico que describe una armonía -pacífica o tempestiva- entre el espíritu y los sentidos.

La totalización puede lograrse a través de varias prácticas, aunque el arte y el amor son las más recurrentes y efectivas.
Totalizantes y totalizados no siempre dan cuenta de su experiencia personal, sin embargo, sus manifestaciones más sutiles son evidencia suficiente de su estado.

Esta vez la temperatura y las estrellas desplazaron y ocultaron los reproches de la ocasión anterior.

A pesar de las limitaciones que el hombre se impone en su relación con la naturaleza, hay ciertos lugares donde pueden conjugarse elementos específicos que provocan ese contacto con el infinito.

Ahí la tuve, entre las inacabables estrellas, al fondo de mí,
nadando cefalopódicamente por las orillas del verano.

jueves, 21 de julio de 2005

.
Sé cuál es mi destino
pero no lo conozco.

Jose Angel Valente
.
Extraña y profética intuición

Estoy a punto de terminar la escuela, comenzará mi vida adulta, responsabilidades, trabajo, presión. Yo no quiero nada de eso, quizá sea temor, cobardía, miedo; pero qué difícil es renunciar a la libertad, esa mujer permanente de cabellos de aire y labios de gravedad. No quiero saber de lugares cerrados, de cheques quincenales ni canas prematuras, tengo miedo de ahogar mis secretos en el tiempo.
Escrito en junio del 2004

Una noche
al llegar a mi cuarto
después de una tarde periférica
una sirena en mi cama
luego anémonas en mi piel
peces en mis ojos
tortugas navegando por mi manos

naturalmente
me sorprendí
no todas las noche encontramos
una sirena en nuestras sábanas
el mar no visita los rincones con regularidad

quise tocarla
y al mirarme despejó
un agua de cristales

(violenta sirena del pacífico
dame tu plumaje
tus limones iracundos
la temible espuma de tus dedos)

no me hizo caso
me llamó idiota
me regaló fantasmas
hizo de mí un pirata
me besó

cerré los ojos
y seguía ahí
ella
su diferido resplandor
el silencio constante
esa piel de sirena sobre sirena
ese inminente temblor
ese terror letal
para totalizarme
versariamente
en cada punto del placer

cómo no dejarme naufragar en sus arenas
cómo neutralizar el cálido veneno de sus mordidas

ya no tengo latido sin respuesta
sólo una sirena en mi corazón


Moza, me dejaste en los ojos tu rastro de nube

jueves, 14 de julio de 2005



El azul y sus altitudes atrevidas

martes, 12 de julio de 2005

Es temprano
y quiero dormir para tocar tus nubes
los incendios de tu sangre.

es julio
mes de arco iris
y vino
y lujuriosas celebraciones
tiempo de quemar certezas
y promover errores

espacio donde la lluvia apenas logra sentarse
en la poza de tus ojos

anoche soñé contigo
y Alejandro llegaba para explicarme
el origen de un poema extenso
y las ecuaciones vitales del amor

admito que he mentido:
nunca bebí ese sol que destilas en la noche
nunca esa fiereza entre mis manos
tanta música por mi lengua

estoy herido, moza
pero tu temperatura me levanta.

Es tarde y te espero
como botella de tempestad.

martes, 5 de julio de 2005















Un vodka por Meneses
Hizo cuentos mientras vivió
Alejandro Meneses (1960-2005)

Suspiré en el límite de la eternidad.
A. M.

Como los grandes artistas, Alejandro Meneses murió misteriosamente. Pedir detalles sobre su muerte es tarea necia. Quien era uno de los mejores narradores poblanos abandonó la vida este fin semana en su casa, ahora Casa vacía.
Prefiero hablar de su vida, la herida que provocó su muerte me impide ver con justicia su obra literaria. ¿Cómo hablar de la muerte cuando nos restriega el abrazo de un amigo?
Aunque nació y escribió desde su pueblo Altzayanca, Tlaxcala, era un poblano consumado. Quién sabe qué extraños espacios y momentos ocurren en Puebla que la mayor parte de sus escritores llegan desde otro lugar para quedarse.
Conocía a Meneses hace cinco años, cuando llegué a Puebla. Él coordinaba el taller de cuento en la Sogem, que todavía estaba en la antigua penitenciaría sobre Reforma y la trece sur. Obra y vida me parecieron muy dispares en ese momento. Alejandro no se parecía nada a su personajes. Era absurdo que un hombre pequeño, silencioso, precavido, hubiera podido escribir un libro como Días extraños. Al principio lo imaginé como un rapaz con la ironía y el humor suficientes para burlarse del mundo sin temor a la muerte.
Después comprendí que él era la suma, acaso más, de todos ellos. Fue tal la seducción que los cuentos ejercieron sobre mí que temporalmente dejé mis paso por la poesía para incursionar en el taller que dirigía. Más bien, en las sesiones de vitalidad y duda que Alejandro regalaba. Mi intento fui inútil, tres cuentos estériles y comunes fueron el resultado de mi atrevimiento. Aprendí otra cosa: las reglas de la literatura las impone el escritor, no la historia.
Un día, después una sesión literaria, visité su santuario donde la sacralidad era confirmada por la pureza aparente del vodka Oso negro: La Matraca. Entonces me enteré que aquella cantina disfrazada de restaurante era la oficina privada del lejano autor de cuentos para ciegos.
Su actividad como editor del suplemento Catedral es ejemplar. Era el único que se atrevía a publicar los textos controversiales, las críticas duras y fundamentadas. Porque si algo privilegiaba Alejandro era la crítica. Cuando alguien comenzaba a proferir calumnias y ofensas inútiles lo amenazaba, y casi siempre lo callaba, con un “escribe todo lo que has dicho”.
Siempre me dejó perplejo su desconfianza por la realidad. Era capaz de hacerte dudar de ti mismo, de tu conciencia, de tu respiración. Qué decir de un poema enclenque, de versos bofos, de párrafos inútiles. Cuando en mi pasión juvenil afirmaba algo con categórica soberbia él, con una sonrisa pagana, me desarmaba arteramente: “¿te cae?”

Se está muriendo.
Todos nos miramos a los ojos y sabemos que está muriendo.
Pero ninguno es el primero en admitirlo.
Sería un error. Un error en esta casa.
Mi último encuentro memorable con él fue en marzo, con el pretexto de hacerle una entrevista lo visité en su casa. Bebimos vodka, platicamos sobre el amor, la vida, actividades mayores para él. Antes de que el alcohol empezara a propagar sus efectos decidí que debíamos iniciar. Le pregunté sobre sus actividades cotidianas: “Primero que nada, me despierto tarde, luego están mis hijas, luego mis amigos, a veces, pero sólo a veces, pensar un poco y, por ultimo, escribir. La escritura viene siempre al final, si no hay nada antes, ¿sobre qué se va a escribir?”
Esos días anduvo con una espina en la cabeza. “¿Existe una ecuación del alma? Si la energía puede ser obtenida mediante una ecuación, ¿por qué todavía no hallamos una ecuación del alma?”
Esa noche, a pesar de mis precauciones, terminé vomitando de rodillas afuera de su casa.
Ayer, cuando me avisaron de su muerte, sentí el mismo asco, la misma voluntad nulificada por algo ajeno a nosotros que, a fuerza de su magnitud, termina destruyéndonos.
Siempre dejamos pendientes con aquellos que se nos adelantan. Alejandro dejó pendiente conmigo un curso de rock. Yo espero haberle expresado mi admiración y agradecimiento a buena hora.

Ahora se ha ido, con rumbo indefinido, irremediable.
Decidí llorar pero, como nadie me observaba, pensé que me vería ridículo.

miércoles, 29 de junio de 2005



Para mi joven concubina:

Esta materia del insomnio, esta claridad de primavera.

martes, 28 de junio de 2005

Y ante el sufragio de mi amor pirata
y la flamante lozanía de mis carrillos,
vi abrirse enormemente sus ojos de gata
llenos de rubor como dos cervatillos.

Leopoldo Lugones

jueves, 23 de junio de 2005

Para Medusa


Nunca me desangraré por tus caricias
no dejaré vástagos en mis páginas
errores de sintaxis
renglones de los que pueda arrepentirme

No me dejes
No me dejes beber
no me dejes beber tu tentación
toma mis huesos
el tuétano resignado
dibújame una vocal
con el filo necesario para tenerte


Ay, soledad, siempre he pertenecido a ti
(Discúlpame, paredón,
por acudir a ti mientras se duerme el mundo)

Dónde conseguir el tóxico dilema de tu sangre

No te comparto
toda mi voz te pertenece.

Si nadie condecora al sol por dar luz,
¿por qué condecoran a quien es héroe?


Álvaro de Campos

miércoles, 22 de junio de 2005

Desentrecruzamientos

Tarde o temprano el azar provocaría este encuentro. Quizá las circunstancias no fueron las adecuadas.
Yo estaba totalizado por una sirena tropical y él trataba de aliviarse de una indigestión literaria e ideológica.
En cierto momento asomó la soberbia, pero algo en él, algo tan profundo como la luna en el mar del pacífico, se negaba a participar en la discusión provaca por la envidia y la ignorancia.

El mezcal disminuýó el desconcierto y me hizo comprender las dificultades que provova la ciudad, la noluntarización de la conducta, los riesgos de la marginación.

"Mi literatura es una complementación de mi vida".
Mi vida es una complementación del azar y la contigencia.
Para potencializar la sensibilidad como un tigre o un venado primero hay que nulificar los rencores y el interés, templar la voluntad.

Qué mejor espacio para potencializarnos que los brazos de la niebla y los ojos de una mujer.

"Lo novedoso en el arte sólo surge del vértigo, del atrevimiento".
Siento que es injusto; que por nada
merecemos esto que nos sucede.

Si tan sólo un cambio en el año, sólo
unos cuanto grados de fiebre, un paso
del amor, un trago solo de vino,
una pesadilla, nos acosan,
nos conducen. Sordos estamos, ciegos.

Así nos sabemos: manejados
quién sabe por quién y desde dónde.

Si hasta en lo más simple, en el instante
de asir una rosa y cortarla, hay algo
que interviene, hay algo que ocupa
nuestro sitio, y hace lo que nosotros
jamás nos hubiéramos propuesto.

Dime, si lo sabes: ¿era tuyo
el dolor que usaba tu cara triste
en aquel retrato? Diez y siete
años me dijiste que tenías.

Rubén Bonifaz Nuño

lunes, 13 de junio de 2005





Javier Marín y la
soberbia de la carne



Hay un resplandor en la anatomía de los cuerpos, una ligereza que resplandece y nulifica la gravedad, una robustez que no estorba.
Cuerpos plenos. Organismos soberbios, ansiosos por demostrar su vulnerabilidad y su imperfección.

Con su obra, Marín nos cuestiona: ¿Para qué sirve la desnudez sino para reflejarnos?

La posición de sus seres, humanos sólo en apariencia, es una actitud ante la vida, ante el espacio, ante las fuerzas físicas y poéticas del mundo.

La mujer siempre está celebrando secretas relaciones con la intemperie.
No se reserva las sensaciones lúbricas que le profiere la luz.

Él es más grande, sus intenciones son más solemnes: observa, pregunta, gruñe, se asombra, complace, afirma, duda, siente.

Ella promueve la luz, él atrae la oscuridad.
La gravedad los separa.

martes, 7 de junio de 2005



Tú guardabas la estela de luz,
de seres de seres claros que el sol abandonado,
atardeciendo, arroja a las iglesias.

Totalizado, espero sus respuestas.

domingo, 5 de junio de 2005


No quiero la explosión estéril de los sentidos.

Déjame irte tocando con cada una de mis palabras,
permite que te reconozca con los ojos cerrados.

Estarás conmigo en cada crepúsculo,

en cada gota de lluvia ausente.

lunes, 30 de mayo de 2005



Cuando te fuiste me puse a buscar lunas en almíbar,
sólo hallé un carrusel de luz enloquecida.

domingo, 29 de mayo de 2005



Era la tarde, era un cielo donde Tláloc imaginaba sirenas y delfines.
Era Louis Armstrong oprimiéndonos levemente el corazón con las lágrimas de su trompeta.
Era Ella Fiztgerald exiliando ángeles a una cúpula de claridades con su voz de furiosa ternura .

Era la sensación de disipar la luz en un cristal

como quien pretende herir el aire.

miércoles, 25 de mayo de 2005


Esa hora
la hora en que las mujeres

se quitan el vestido dulcemente
pensando en la muerte

el instante en que un abogado
—senil, amargado y pobre—
despedaza frente a sus colegas el Diario Oficial de la Federación

la madre que avienta a su hijo un plato de sopa caliente

el hijo que voluntariamente pierde

a su hermano menor en un parque concurrido

ésa hora donde los delfines copulan con el diablo
y las mariposas se entregan a las profundidades de la noche

el instante en que el cuerpo

de los tuberculosos toma conciencia del dolor
conciencia de la sangre en la sonrisa
a esa hora escribo todos los días
en ese momento tengo nombre y dirección.



domingo, 15 de mayo de 2005



De cómo Silvio Rodríguez
cantó y la lluvia dejó de caer


Eran las siete de la noche y la gente ocupaba ya más de la mitad de la Plaza de la Constitución. El cielo estaba nublado y la lluvia caía a ratos en diferentes intensidades. La necesidad hizo que se fueran formando comunidades alrededor de las sombrillas más anchas. Los vendedores de “plásticos” comenzaron sus actividades. Cada minuto la masa se hacía más densa, el calor comenzaba a reunirse.
“Compañeros poetas, tomando en cuenta los últimos sucesos en la poesía /quisiera preguntar, qué tipo de adjetivos se deben usar…” para narrar un concierto sin caer sentimentalismo y lugares comunes, para no confundir una canción con un atentado. Eran las ocho con treinta minutos y los músicos salieron a afinar sus instrumentos. El primer guitarrista ejecutó el bolero “Juramento”, de Miguel Matamoros, mientras los gritos de “Sil-vio, Sil-vio”, no dejaban de escucharse.
A las ocho de la noche con cuarenta minutos Silvio Rodríguez salió al escenario. El alboroto era total, jóvenes y ancianos, mujeres y niños gritaban y aplaudían al hombre que había detenido la lluvia. Y tocó “Mi casa ha sido tomada por las flores”, pieza incluida en su nuevo disco, Cita con ángeles. Silvio presentó a sus músicos y agradeció la presencia del público. “Gracias pueblo de México, esta es una tregua con Tláloc.” Miles de alaridos y llantos silenciosos se vieron flotando sobre ojos desnudos de los asistentes. El cubano de San Antonio de los Baños hizo un pacto con el dios de la lluvia y ofreció su voz como ofrenda. Hubo canciones nuevas y conocidas, citas de ángeles y serenatas diurnas en el repertorio del trovador.
La emoción no menguaba, nadie creía que Silvio Rodríguez estuviera frente a él, así como si nada, tocando y recordando canciones. Silvio cantaba y desde los balcones las mujeres precipitaban pañuelos invisibles. Silvio tocaba su guitarra y los hombres anulaban lejanas lágrimas turbias.
“Esta es canción es una suerte de metáfora” dijo Silvio antes de empezar a tocar “El matador”, “este hombre es una especie de metáfora”, dijo un hombre en el público empezando a soñar. Pero “no estamos tan solos como esperamos”, a la comunión de silenciosos llegaron Lázaro García, iniciador de la “llamada nueva trova cubana”; el entusiasmado Fernando Delgadillo y Daniel Viglietti, trovador uruguayo que agradeció a Silvio por el espacio, por permitirle utilizar su guitarra y por dejarlo entrar en “su arco iris de violetas y malvas”, en el jardín de soledades en que se había convertido el Zócalo de la Ciudad de México.
De repente, como si no fuera suficiente tanta música Silvio sedujo a su armónica con las notas eléctricas de Bob Dylan. “Escribí esta canción antes de embarcarme en el Playa Girón.” Antes de que la Revolución Cubana erigiera sus estatuas y derrumbara los intentos del imperialismo. Silvio no estaba solo, su amigo Compay Segundo lo escuchaba con puro en mano, Sindo Garay apuraba un mojito, Marcos Huerta y Felipe Garrido lo esperaban con tequila.La celebración se fue cumpliendo, las canciones “El papalote”, “Historia del elegido”, “Te doy una canción”, “Canto arena”, “Ojalá”, “Unicornio” y “Sueño con serpientes”, fueron escuchadas y cantadas por el público insobornable.
“Vivo en un país libre, cual solamente puede ser libre, en esta tierra, en este instante…”, y la bandera de Cuba en luz de las pantallas, y los colores de la Revolución, melancólicos, en los corazones de los decepcionados. Y todas las mujeres entornando sus “ojos de papel volando”. El cubano amenazaba con retirarse pero iba y venía, nadie dejaba su lugar, los prudentes retrocedían seis pasos para detenerse a escuchar cuando regresaba a tocar otra canción. Silvio se despidió por última vez, “El dulce abismo” anunció la despedida, “Amada, supón que me voy lejos,/ tan lejos que olvidaré mi nombre.”

Y Silvio se fue entre aplausos, gritos, ternuras, latidos incesantes y declaraciones de amor.
Adónde va Silvio, “¿Adónde van las palabras que no se quedaron, adónde van.”

viernes, 13 de mayo de 2005

El mar y sus praderas

I

Fue un viaje necesario y asombroso. La poesía no sólo está en el papel o la pantalla, está en el aire, en la arena, en el sol, en una mirada, en el viento, en el sonido de la luna contra el agua. Estos días he perdido muchas cosas, pero también he recuperado otras. Este equilibrio permanente puede tener altibajos de un contraste aterrador. Hay caminos que uno debe recorrer solo, otros acompañado, éste era de inobjetable factura colectiva. Thor, el dios protector y patrocinador del viaje, daba y quitaba a placer, respondía vengativo cuando no le eran entregadas las ofrendas correspondientes. Con un criterio ilógico, negaba y proporcionaba beneficios. Y las imágenes iban llegando.

Una garza en la cintura magnética del trópico.

Una sensación de pájaros oscureciendo el horizonte.

Pero en toda luna se esconde una mujer.Ella tocó mis ojos y sólo vi penumbra.Hubo un incendio tan perturbador como la más inimaginable caracolaElla me invitó a su casa y yo dejé que todo el mar se fuera en ella, dejé que mis olas tropezaran con sus caderas, bebí todo el dulce rencor que guardaba en su cuello. Yo perseguía la transparencia mientras un burro rebuznaba a la luna.

II

Y es que la noche era un rugido de estrellas en el agua, el intento del fuego por enrarecer los ojos de la arena. Ella, no Ella, otra, me esperaba en los rincones de la niebla.

jueves, 12 de mayo de 2005

¿Y si me muero sin volverte a ver?

viernes, 6 de mayo de 2005



Es la mujer pasándonos encima como nos pasa el mar...

miércoles, 4 de mayo de 2005



Ya no quiero visitar tu casa
temo tu mirada
los claros aceites que vas dejando en las paredes y en el aire
no quiero contemplar ese rencor que me soporta cuando no me miras

Ya no
No deseo para tus ojos la putrefacción
sólo el debilitamiento
la ceguera prematura
y es que cultivar la noche en un río de mentiras no beneficia a nadie

No volveré a encontrar tu veneración por los instantes
la loca quietud de tus pasiones
cuando lloras o hieres mis intentos

No volveré —lo digo secretamente— a intentar tocarte
dejaré de pensar en ti para secar tus fotografías
acumularé toda la luz en esta página
los brazos y los ojos mutilados por tu ausencia.


lunes, 2 de mayo de 2005

.
En el juego de la altura:
tú contra mí

Déjame irte reconociendo en el movimiento
en las fisuras de la noche

imaginemos una ráfaga líquida
el aroma de un beso que todo lo destruye

tu sabor es el aire de los muertos
los ojos de una paloma ciega

y tengo que comerte para decírtelo
tengo que vulnerar el agua que me acercas

perdóname
señora
por no compartir tu cuerpo
por dejar en el aire los frutos de tu transparencia
por no decir “perdóname”

te ofrezco mis secretos y mis uñas

mis labios encendidos en la humedad de la simulación.

.

jueves, 21 de abril de 2005



los restos del café
*

Es seguro
no vamos a desperdiciar la madrugada y el café
no tocaremos la finitud mientras existan las señales

de los dientes del delfín que no maté
crecieron sirenas
pájaros capaces de violentar cualquier refugio de felinos

finalmente todo era un presagio
todo se desarrollaba en el más flexible sentido del placer
todo requería del silencio para quebrarse

¿cómo coordinar un taller de fantasmas?
así como se extraña el invierno
así como la arena teje en su interior un ramaje de abejas asesinas
como se evitan las secreciones sentimentales en un cine de guerreros

el sitio que elegí para explicar
las lunas oculares de Urano
se contrajo
se terminó el racimo de danzones
que había guardado para llamarte.



martes, 12 de abril de 2005


Busco las transiciones del mar y el azul
latidos que no conocen
motivo ni consecuencia

Traje para mí los errores
la caída, los desafíos
sólo en la altitud encontraré la fama.

Aquí permaneces tú,
piel adentro

la sal crece en su infinita espera.

martes, 5 de abril de 2005


Agonía

Morir como las alondras sedientas
en el espejismo

O como la codorniz que atravesado el mar
cayó en las primeras zarzas
porque no tuvo ánimos
de seguir volando

Pero no vivir del lamento
como un jilguero cegado


Giuseppe Ungaretti
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lunes, 4 de abril de 2005


Murmullo desde el puerto

Mi mano
mis ojos
mis sueños te tocaron
"pero la mano se disuelve en el muslo

como el sueño en mis párpados"

sólo tu mirada permanecía
sólo tus labios
yo solo
en ti contenido
concentrado
volcado
desvanecido

quizá era el mar
que activaba sobre mí
sus armas blancas
quiza el café
y sus integorraciones vespertinas

encontramos en el aire los excesos
la tumba de la distancia

guardé para mí
tu cuerpo y sus canciones asesinas

traigo en la piel
las cicatrices de tu aroma
los huesos humenantes de tu felicidad.

domingo, 3 de abril de 2005



QUIERO que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si mirola luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si tocojunto al fuego la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de prontome olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día, cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.


Pablo Neruda

jueves, 31 de marzo de 2005

Hablé contigo y una hilera de filos diminutos recorrió las orillas de mi corazón.
Nunca lo leerás, algún día te diré que la luz cambió de color, que el aire entorpeció su circulación cuando tu voz sonó en mis oídos.

Sé que mi ausencia fue muy prolongada pero sirvió demasiado para aclarar varias cuestiones y revelar otras. Parece que la distancia es un cristal revelador de detalles y destellos.

Mi presencia será un vuelo de azares mientras tú regresas.

viernes, 18 de marzo de 2005


Las violentas aguas de la soledad...

miércoles, 16 de marzo de 2005


Un galope de colores, una arco de lujuriosa pendiente mostrando sus intimidades en el cielo. Y la lluvia, y tu cuerpo que se expande, y la desconfianza de la tarde, y los sonidos en mis ojos, y la cadena.

Todavía habitaban mis manos los reclamos furiosos de Fausto, la sonrisa canina de Mefistófeles. Y es que toda la vida cabe en una tarde, ya sea de ausencia o presencia, en una sola.

Quizá esté pensando en tu nombre, es lo de menos que existas.

Ya lo dijo Ernesto Cardenal, “...de nosotros dos tú pierdes más que yo: porque yo podré amar a otras como te amaba a ti, pero a ti no te amarán como te amaba yo.”

Pero no eras tú el motivo esta vez. Ya no serás motivo ni angustia, algún verso quizá.

Agotaré todo lo que queda de ti, abriré mi garganta, sacaré, uno a uno, los versos que dejaste.
Si algo falta, por favor, pídemelo, tendré mis sueños apagados, tal vez la mirada ocupada en otro cuerpo, pero responderé.

Escribo esto a modo de la despedida que no tuvimos, del beso que no llegó.

Terminaré con la última nota de la última hora del último día.

La noche abría las piernas para recibirme.

Wagner, en su cabalgata oscura, no buscaba a Cosima, sino a Isolda.
Siempre la buscó, trató siempre que todos olvidaran a Tristan, la saga era sólo el pretexto.

El tiempo mutilaba sus razones,

yo cabalgando en la potra húmeda de la locura.

Hubo notas de un profundidad altísima, desgarres aéreos, claridades asombrosas, amenazas de fuego. Y al final tú, ahí donde alguna vez desatamos la advertencia del amor, ahí donde la penumbra afectó las lágrimas de nuestros cuerpos, ahí donde tu piel sacrificó todos mis dedos y el espacio era un refugio para la temperatura, ahí, volví a tenerte, ligera, entre los pliegues del aire.


sábado, 12 de marzo de 2005

Seguro azar

Un segundo, una calle, un error, una mirada, un libro, una canción, una flama.

Hoy el azar me dio sorprendentes manifestaciones de su poder. Todo comenzó con un error, con un retardo. ¿Qué mecanismo extraño provoca las coincidencias? No diré las consecuencias paganas que, aunque temporales, provocó tal encuentro.

Luego la flama y José Alfredo Jiménez en el espejo. Sólo cuando tomé el libro tuve conciencia de la canción furiosa que habita en casi todas las cantinas: "Porque soy como soy, sin razón me desprecias".

Luego el rencor, la duda, la cerveza, el diálogo, la ironía, la indiferencia.

Ante tales manifestaciones parece que el universo sí tiene algún sentido.


jueves, 10 de marzo de 2005



Para olvidarte
no necesité más que tu silencio
cerré los ojos
y te cubrí con secas amapolas.


sábado, 5 de marzo de 2005


Ella sintió que la lluvia era sólo un pretexto para cancelar el encuentro. Qué importaba empaparse, arruinar los zapatos, la ropa, mojar un libro, si iban a compartir ese instante, si cada gota uniría más su piel.
Él no bromeaba. Ya varias veces le había advertido sobre su repulsión por el agua.
Cuando ella notó su rostro de enfado era demasiado tarde. Sus brazos empezaban a desprenderse, ya le asomaba la clavícula izquierda, del filoso hueso de la cadera colgaban sus pantalones. Fuen entonces que ella recordó el aviso:

"No permitas nunca que caiga en las aguas de tus emociones".

martes, 22 de febrero de 2005

Pero no sé qué me habrás dado
que me ardo de filos y herrumbres;
que anda curtido y enchilado
por aquí mi corazón, y llora.
Tan exigente en mí, tan áspera
sigues de tiránicos abrojos.


Por puro gusto ahora,
no por necesidad, te nombro.


RBN

sábado, 19 de febrero de 2005


Soñé contigo

Estábamos en la Sierra. La neblina permanente nos amarraba la mirada.
Si la temperatura lo pedía, cómo no tocar tus zonas fonéticas, los rincones húmedos de tu sonrisa.

Después de mucho tiempo no nos acercábamos de tal forma. Ya mi piel te extrañaba, mis brazos te exigían.

Quiero tenerte muy cerca
mirarme en tus ojos
verte junto a mí

Pensé mientras tus ritmos se adherían a mi cintura.

Nos cazaban ya los sicarios del amor.

Disfrutábamos las alhajas de la noche, la terrible lucha del calor en movimiento.
Yo sentía la profundidad de tus hechizos, el filo de tus seducciones.
Nadábamos, heríamos, gozábamos.

De pronto, tú te retiraste.
No hubo respuesta cuando pregunté el motivo.
Quedé pasmado, un rugido de palomas habitó mis ojos.

Piensa que tal vez mañana
yo ya estaré lejos
muy lejos de aquí


La magia falló, abandonaste mi cuerpo en horas mudas,
sólo dejaste silencio
y la punta de mi calor hiriendo la madrugada.


jueves, 17 de febrero de 2005

¿Dónde te encontraré?

¿En qué inesperada esquina tramitaremos un adios?

Temo extraviarme en tus histerias, abandonar la dulce locura de tus palabras.

No te me pierdas, no te dejes llevar por los mamíferos invernales, no dejes que la tarde te infecte con los tildes cardiacos de la perdición

No te ocultes, no me niegues la peligrosa sal de tus excesos.

Desde aquí hago versos para que tus planetas
permanezcan en la órbita de mis manos.



Los espacios del azul...

domingo, 6 de febrero de 2005


Como pasamos juntos
un día entero sin pecado alguno,
ningún minuto nos separa ya.

Pedro Salinas



sábado, 5 de febrero de 2005

Negado por ti
con tu mutismo desgastándome
declaro:

silenciosamente
lanzaste contra mí los colibríes de tu emoción
los diptongos asesinos de tus ojos

en mis manos abandonaste
los detalles del invierno
las notas musicales del silencio

no reprocharé el bajo
bramido de tu corazón
las nubes violentas de tus besos

te reservo la humedad de mis infiernos
la loca congestión de los veranos

cómo engañarte
hechicera de agua
bruja a la que los cuervos
rendían sangrientas pleitesías

aunque grites y amenaces
no he de tocar de ti
sino la parte más estrecha de tu rebeldía
los puntos oculares de tu imaginación.

domingo, 30 de enero de 2005

Hoy besé a la muerte en la sonrisa


A Florita †
A tu innecesaria ausencia


Hoy besé a la muerte en la sonrisa. Fue un beso tan tierno, tan suave, tan cálido y frío al mismo tiempo. En mi rostro quedó la mueca trágica, el rictus inconfundible de la fragilidad.

Y es que mi linaje poco a poco ha ido desapareciendo. A mi árbol genealógico se le están secando las raíces. No conocí la sangre intensa de mi abuelo, su guitarra enamorada, la felicidad permanente que lo envolvía. Pero mi abuela ha sabido dejarme en la mirada su sonrisa. De ella tengo la terquedad, el gusto por el café y la soledad obligatoria. Ella supo guardar los besos clandestinos de él, sus nocturnas serenatas.

¿Y cómo no guardar la luz equinoccial, el rumor del río, si todas las respuestas quedaron incrustadas en el valle?
¿Cómo olvidar la noche estival en que te tuve, el perfume onírico del azahar sobre tu cuerpo?

Te fuiste ayer, hubiera querido acompañarte pero ya la vida estaba cobrando mis desatinos.

¿Qué hacer cuando la muerte nos sonríe y la vida nos escupe sus bilis fúrica?

Al despedirnos, dejé una profunda lágrima en tus cabellos,
tú ya no volteaste, esperabas la muerte desde el azul dulcísimo de tus ojos.


29eneroIImil5


lunes, 17 de enero de 2005

La luz y sus callejones homicidas...




Como si yo estuviera fotografiando una sombra en el agua…

Me quedé mirando un pliegue, la huella de una mariposa que hacía mucho no reflejaba colores.
Estábamos en el origen de la luz, en los callejones meridianos de la piedra.
La busqué en las zonas tibias del agua, en los cristales oscuros de la memoria.
Mi cámara, henchida de deseo, no tuvo más que activar el obturador para recoger su aroma, las temperaturas de su cuerpo. El cuarto oscuro que nos envolvía se convirtió en una galaxia de sudores.
Me acerqué con la tibieza del Golfo. Herimos la noche, los vértices de la fijeza. Esa noche derretimos todos los témpanos de la soledad y la distancia.
No era la hechicera de agua que acostumbro, pero cada segmento, cada rincón de mi cuerpo sintió el calor siniestro de su desnudez.

Venimos y volamos.

Mi aullido alcanzó la más aguda nota de placer.

En el aire dejamos los instantes luminosos, los momentos de la caída.
En los territorios del frío retamos el invierno. Nunca supe qué delgada melancolía matizaba mis viajes. Esta ocasión reservé los principales lugares. Toda la intemperie nos pertenecía. Por una noche dominamos la ciudad y sus luces homicidas, las rutas ilegales de la respiración.
Y la ceniza invadió las calles del encuentro.
La felicidad, que por una eternidad habíamos rentado, terminaba.
Regresé a la guarida de los ángeles.
En mis manos sólo quedó la pintura de sus movimientos.



viernes, 14 de enero de 2005

Cuenta cuenta cuenta: ayer.

Contigo recordé cuando sólo callaba.
Las palabras se retorcían en los límites de la conciencia.
Copulaban, herían, gritaban.

Fue una tarde -casi todo me ocurre en la tarde- cuanto te vi, o me viste.
Misteriosa, risueña, sutil.
Desde ese momento no aparté mis vista de tus ojos y sus pequeños resplandores.

Fueron el azar y la urgencia, dicen los que no conocen los silencios secretos de las mujeres.

En cada encuentro te dirigía mis divagaciones, mis agravios informáticos, mis dudas virtuales.

Una mirada... todos provenimos de una mirada.

Te tuve, nos tuvimos. Celebramos la locura de la legalidad y los números.

Ayer te vi y las cuentas clausuradas de mi corazón
sufragaron sus deudas en seguida.

No te toqué, sólo pude darte otra mirada, mis papeles chamuscados...



Todos gritan,
todos se quejan,
todos maldicen,
todos cagan,
todos reclaman,
todos lloran,
todos rien,
todos besan,
pocos duermen.


Debo dormir, debo leer, debo estudiar, debo escribir, debo comer, debo olvidar, debo pensar, debo gritar, debo tomar, debo deber.

Tanto inusitado derrame de excremento, tanta mierda esparcida en los lugares más respetados, tanto ocio y envidia.
¿Qué puedo pedir sino una cerveza, un libro, tu mirada y los licores tropicales del Atlantico?

Sólo pido tiempo, espacio para revolcarme en mis acentos.

No molestar,
no reñir,
no tocar,
no pedir,
no buscar,
no mirar,
no preguntar,
no volver,
no chingar.

La histeria es un virus colectivo que sólo las brujas pueden transmitir.
En el aire deposito los remedios contra el estrés.


Sólo vivo, sólo estoy.

Me río de los que sólo están, sin saber qué pedo.

Celebro la caída.

jueves, 13 de enero de 2005


Re verso

Si los cerdos escribieran,
hace ya rato que las cucarachas cantarían...

martes, 11 de enero de 2005


Cuando uno reconoce de un modo intenso sus propios límites,
tiene que estallar.

Franz Kafka

domingo, 2 de enero de 2005

¿Dónde reside el azar?


Sara pensaba que su presencia no tenía motivo. No mostraba ningún interés en construir un castillo con sus afectos.

Él actuaba conforme lo planeado, sólo en ciertos momentos su instinto dominaba sus acciones. Era un estado de éxtasis en el que procuraba ingresar por voluntad propia. Había elementos que lo facilitaban, vías artísticas que lo conducían hasta un goce de eternidad. Casi podía sentir la totalidad de su organismo en ebullición.

Sara comprendía esa búsqueda y creaba el ambiente necesario para su viaje, pero su aprobación era incompleta. Ella deseaba ser una de las vías para tocar el infinito.

¿Acaso existe mejor territorio para buscar la eternidad que el cuerpo femenino?

¿No es el alma femenina una pieza imprescindible en el reloj de la verdad?

Junio IImil2