miércoles, 15 de octubre de 2008

NI LO QUE DIGO

El amor es esa estrella filosa
y el desamor quién sabe qué carajos
pero yo no soy yo
ni este aire mi aire
Es un tambor el miedo
y la paz un tejido frecuentado
pero en mi corazón hay un cangrejo
y alguien está torciendo mi pescuezo
¿Qué es el atole blanco?
¿Qué los cigarrillos faros?
Pero a quién le interesan esas cosas
cuando uno se muere de sí mismo.
...
Si me emborracho pienso en ti.
Si me viene el amor a las palabras, a los ojos, al llanto
a los cigarrro alas, al tequila sauza,
¿en quién voy a pensar?
Hay un Ricardo Yáñez que me pega, que todo el día me pega,
y hay un Ricardo Yáñez que te ama. Ese es el bueno.





Las mariposas asesinas que rondan el haz de los misterios.



viernes, 1 de agosto de 2008

DESPEDIDA


Alejandro Aura
(1944-2008)

Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas


que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.




domingo, 8 de junio de 2008

Poesía trágica


VI



Qué pocas cosas sé
y cuán difícil me resulta
decirlas.
De un momento en adelante todas
las palabras
se vuelven difíciles
porque ya no existen.
Te quedas solo
en un mundo ajeno
donde todos te saludan
con falsa cortesía
y te miran envidiando
lo que ellos mismos no tienen.

Y avanzas
con el lodo hasta la mandíbula
devolviendo las reverencias
que ya te han enseñado
a realizar normalmente.
En el instante preciso
en que en alguna fábrica de guerra
de este mundo
insospechadas manos fabrican
la bala que lleva
escrito
mi nombre.




Teófilo d . Frangópoulos



fotografía d José Luis Cuevas

miércoles, 21 de mayo de 2008

18


Tú no tienes nombre.
Tal vez nada lo tenga.

Pero hay tanto humo repartido en el mundo,
tanta lluvia inmóvil,
tanto hombre que no puede nacer,
tanto llanto horizontal,
tanto cementerio arrinconado,
tanta ropa muerta
y la soledad ocupa tanta gente,
que el nombre que no tienes me acompaña
y el nombre que nada tiene crea un sitio
en donde está de más la soledad.

Roberto Juarroz