martes, 22 de febrero de 2005

Pero no sé qué me habrás dado
que me ardo de filos y herrumbres;
que anda curtido y enchilado
por aquí mi corazón, y llora.
Tan exigente en mí, tan áspera
sigues de tiránicos abrojos.


Por puro gusto ahora,
no por necesidad, te nombro.


RBN

sábado, 19 de febrero de 2005


Soñé contigo

Estábamos en la Sierra. La neblina permanente nos amarraba la mirada.
Si la temperatura lo pedía, cómo no tocar tus zonas fonéticas, los rincones húmedos de tu sonrisa.

Después de mucho tiempo no nos acercábamos de tal forma. Ya mi piel te extrañaba, mis brazos te exigían.

Quiero tenerte muy cerca
mirarme en tus ojos
verte junto a mí

Pensé mientras tus ritmos se adherían a mi cintura.

Nos cazaban ya los sicarios del amor.

Disfrutábamos las alhajas de la noche, la terrible lucha del calor en movimiento.
Yo sentía la profundidad de tus hechizos, el filo de tus seducciones.
Nadábamos, heríamos, gozábamos.

De pronto, tú te retiraste.
No hubo respuesta cuando pregunté el motivo.
Quedé pasmado, un rugido de palomas habitó mis ojos.

Piensa que tal vez mañana
yo ya estaré lejos
muy lejos de aquí


La magia falló, abandonaste mi cuerpo en horas mudas,
sólo dejaste silencio
y la punta de mi calor hiriendo la madrugada.


jueves, 17 de febrero de 2005

¿Dónde te encontraré?

¿En qué inesperada esquina tramitaremos un adios?

Temo extraviarme en tus histerias, abandonar la dulce locura de tus palabras.

No te me pierdas, no te dejes llevar por los mamíferos invernales, no dejes que la tarde te infecte con los tildes cardiacos de la perdición

No te ocultes, no me niegues la peligrosa sal de tus excesos.

Desde aquí hago versos para que tus planetas
permanezcan en la órbita de mis manos.



Los espacios del azul...

domingo, 6 de febrero de 2005


Como pasamos juntos
un día entero sin pecado alguno,
ningún minuto nos separa ya.

Pedro Salinas



sábado, 5 de febrero de 2005

Negado por ti
con tu mutismo desgastándome
declaro:

silenciosamente
lanzaste contra mí los colibríes de tu emoción
los diptongos asesinos de tus ojos

en mis manos abandonaste
los detalles del invierno
las notas musicales del silencio

no reprocharé el bajo
bramido de tu corazón
las nubes violentas de tus besos

te reservo la humedad de mis infiernos
la loca congestión de los veranos

cómo engañarte
hechicera de agua
bruja a la que los cuervos
rendían sangrientas pleitesías

aunque grites y amenaces
no he de tocar de ti
sino la parte más estrecha de tu rebeldía
los puntos oculares de tu imaginación.