viernes, 29 de septiembre de 2006

Cómo le dinamito la profundidad
con qué sílice abro una ruta de piedad en sus ojos
no quiero engendrar suicidios ni mapas blancos
prefiero su derramada ausencia
los incendios de su perdición

no hundas en ti mis pasos
vuelvo de lo oscuro para
hablar
de nuevo
ojo a ojo
con la muerte.

martes, 5 de septiembre de 2006



Los azules
voraces

del
cielo.



Lámabase Teresa
y en la noche inútiles pintaba mi boca de rumores.
Háblabame tranquila y serenamente con sus ojos enlutados.
Yo veía enjambrarse tras los párpados su catarata de modulaciones.

¿Para qué sirve tu voz, Teresa, sino para extender tus dominios en el aire?

Yo que la conocí puedo decir que cuando cantaba la luz avergonzábase de su palidez.
El sol deteníase a contemplarla y apagaban la velas su vuelo en el puerto donde nació.
Agora que lembro, el aire desvanecíase cuando ella soñaba.

Afuera las guayabas maduran al escuchar sus pasos de penumbra.

En su voz vientos y garzas copulaban, se llamaba Teresa.