domingo, 8 de febrero de 2004

El crimen del Cangrejo

Debo decir que la pereza y el desinterés mental que sufría en días pasados…, sigue vigente, pero con menos fuerza. Interpreto este receso existencial como una sucesión de efectos disipadores, ya sea del tedio, de la cotidianeidad, o del traspié amoroso que sufrí.

Mi conciencia se niega a abandonar esa inevitable serie fugas a la irrealidad. Aunque tengo las actividades naturales del hombre (comer, caminar, hablar, mirar, tocar) es la lectura ese punto importantísimo en la estrategia de mis días, nada como el temporal escape placentero por medio de un cuento, de un poema (excepto el poema físico del amor, claro).Pero parece que la suerte tiene múltiples venganzas, en toda página encuentro rastros de la luna. Margarite Duras y su insaciable amante, las heroínas de Ovidio hiriéndome desde sus reclamos mitológicos. Cada mujer, desde el dolor y el gozo, nos invita a destruirlas. En ciertas circunstancias, todo duele, hasta la palabra.

No justifico aún mi loca persecución de no sé qué fantasmas por las calles. El azar es el pretexto, busco, quizá, tocar el pliegue que une el tiempo y la memoria, el cielo y la carne. Mientras, me dejo llevar por el simétrico laberinto de la ciudad que, sólo en gélidas mañanas, contempla sus volcanes.

La contemplación requiere, en grado alto, abandonarse. Enterrar la respiración del pensamiento.
Debo cerrar los ojos más seguido para ver esas zonas que sólo el tacto conoce. No vaya a ser que por abrir las manos cierre la imaginación.

Para los poetas, el azar es la tinta de la pluma.

Un abrazo y toda la suerte para Arturo, poeta y futuro explorador de las tierras yucatecas.


:8febrero04:

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