lunes, 24 de mayo de 2004

m*m


Una reconciliación con la aventura y el asombro. Fue de noche. Nadie pudo haber tejido esta ruta sino la propia secuencia de actos y omisiones que produjo todo.
Luces en movimiento, contactos secretos, vértices que sólo adivina la mirada.

Había una serie de movimientos inconexos, peripecias del color. A la menor provocación de la libertad, las luces arrasaban con la paciencia y el decoro de los visitantes. El éxtasis y sus efectos caminaban por la pista musical.

Recuerdo que para iniciar un vínculo fue necesario apartar de ti la baba de los aduladores, el líquido amarillo que dejan los inútiles o los idiotas.
Quise tender mis frases a tu apariencia. Las motivaciones del amor y la lujuria van desde la voz hasta las flores ocultas de la mirada.

No te preocupaste por mis inquietudes, no advertiste la relación entre el silencio y la polaridad de mis palabras. Ninguna culpa se presentó esa noche.
Sólo un acto para volar: mi atención en los pliegues de la primavera cuando tú visitabas los panales de mi fantasía.

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