sábado, 8 de mayo de 2004

Colorido paisaje.

Un suicido voluntario, una muerte que nos tira de la sima del placer. El paisaje va adquiriendo colores de estructuras sospechosas. El ojo no puede fijar los movimientos. De lenta obturación, la película no logra transmitir las formas del ambiente. La acción transcurre en un cuarto sombrío con varios cuerpos en contacto directo. Existen ocultas relaciones entre cada uno, vínculos que los demás sospechan y que también sirven de punto de encuentro.

Naranja tiene la osadía en la superficie del atrevimiento. Grita, ríe, se burla de toda evidencia de solemnidad a su alrededor. Baila con la boca llena de ratones. Desde su garganta plastificada los nombres se le emancipan a ritmo de swing.

Rojo es arbitrario, astuto, seductor, juega y apuesta todas sus cartas. Ofrece todo su repertorio de secretos e intrigas a quienes lo requieran. Sabe incluir la polémica en cualquier conversación y tiene siempre una ruta de escape irónico y satírico.

Verde es de costumbres analíticas. Los dedos en la barbilla demuestran un estado de profunda reflexión. Su mirada busca lo inencontrable y lo pierde.

Amarillo no resulta grato a nadie. Su intermitencia infantil repele cualquier guiño de atracción. Sus blancos dientes tienen el sospechoso brillo de la hipocresía.


Negro no logra reducir los instantes de fragilidad en los momentos finales. Previo a la consumación, analiza todos los matices presentes, clasifica posibilidades de destrucción afines, corta y enciende una verdad de cola larga para después dejar que cause estragos entre el mutismo reservado de sus admiradores.

Púrpura, de tentaciones azules y oscuras depresiones, tiene siempre residuos de humedad entre los pensamientos. Puede provocar los escándalos menos probables con tan sólo un desquicio de mentira. La más mínima apariencia destruye los muros pretéritos de su conciencia.

Azul y su intención filosa por explicar todas las confusiones termina perjudicándolo. Confía en los favores inexistentes de la memoria. Marca todos los indicios que pueden llevarlo a la iluminación.

Gris promueve sus intentos por abandonar los territorios de la inhibición y las zonas del escarnio. La risa toma pausas cuadrangulares durante la deformación de una actitud ejemplar.


Naranja interfiere en los intereses burocráticos de Gris, que no comprende como ha podido rebasar los índices de información secreta entre la población. Rojo y Negro comentan subversivamente la actitud de Púrpura que no ha dejado de manchar toda la noche. Azul quema todas sus pistas en un acto de renuncia. Verde apunta notas que servirán para en un futuro establecer patrones entre la actitud de los colores y la temperatura de su participación en una broma. Amarillo se saca los ojos para limpiar sus lágrimas ante la risa de todos. La mezcla termina, todos yacen descoloridos a falta de luz. Negro ha desaparecido, Verde y Púrpura organizan una expedición para buscarlo.

El punto de vista modifica sus estructuras oculares a medida que la noche intensifica sus influencias. Las apariencias son directamente determinadas por la luz y sus variaciones. A pesar de la advertencia, se mantuvo en secreto la función y diversión de cada uno de los integrantes. Si Rosa, que estaba de vacaciones, hubiera intervenido en este paisaje, la ceniza tendría otro sonido.
Hay colores que no deben mezclarse en una gota de alcohol.