domingo, 16 de mayo de 2004

Inusitadas complicaciones

Ya no recorría los ojos de la sombra, porque verte era estar mirando las retinas fracturadas de la aurora.

Había tocado las grietas del futuro, esos errores del azar donde uno no tiene control sobre las piezas.

¿Puede mejorar un día después de visitar al dentista y tener examen de derecho procesal agrario?
Sí, incluso con un dolor de insectos en la cabeza y el estomago vacío.

Ese azar que la casualidad sugiere. Leer a Laura Vit que recuerda a Marguerite Yourcenar en la petite plaisanse, amarrando su nombre a Guiordano Bruno, Guiordano Bruno, Guiordano Bruno, Guiordano Bruno...

Pero yo no repetía tu nombre, ...., ...., ...., .... repetía tu imagen, los movimientos de tu sonrisa. El encuadre de la fotografía revelaba mi asombro, un encuadre instantáneo, irracional, y tú, en la más completa expresión de la intemperie.

Varias veces me propuse evocarte con la potencia de la mente. Intento inútil, pueril.
Quizá seria más fácil hablar de mí como si me conociera.
He tenido tantos encuentros contigo a los que no has llegado. Tantas ocasiones acudí a la cita que nunca supiste.

El difícil sentimiento de la culpa reprimida. Una apariencia atroz de lo que no acontece en las ventanas del deseo. Y esta manera de escribir, de sentir, de vulnerar el miedo. Lo que reproduce las miradas no es la sustancia del asombro, es el infatigable líquido de la atracción.

Tú ahí, tú que nunca cruzas por los paisajes amarillos del desorden.
Y yo que no me acostumbro a escribir así, te busco cotidianamente, arrojo cintas en la banqueta más cercana para seguir buscando el beso inédito de tu ternura.

Te llamo desde aquí, con un sol en la bolsa y la fotografía de la intemperie entre mis ojos.



No hay comentarios.: