domingo, 2 de enero de 2005

¿Dónde reside el azar?


Sara pensaba que su presencia no tenía motivo. No mostraba ningún interés en construir un castillo con sus afectos.

Él actuaba conforme lo planeado, sólo en ciertos momentos su instinto dominaba sus acciones. Era un estado de éxtasis en el que procuraba ingresar por voluntad propia. Había elementos que lo facilitaban, vías artísticas que lo conducían hasta un goce de eternidad. Casi podía sentir la totalidad de su organismo en ebullición.

Sara comprendía esa búsqueda y creaba el ambiente necesario para su viaje, pero su aprobación era incompleta. Ella deseaba ser una de las vías para tocar el infinito.

¿Acaso existe mejor territorio para buscar la eternidad que el cuerpo femenino?

¿No es el alma femenina una pieza imprescindible en el reloj de la verdad?

Junio IImil2

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