martes, 7 de septiembre de 2004

La noche

Los castigos del nocturno insomnio, ¿quién los ejecuta?

Busco razones, asideros a la cotidiana rutina, pero todo insiste en cambiar, el halo secreto de las cosas insiste en perseguirme.
Trato de permanecer en ti, cerrar tus posibilidades de memoria, limitarlas al espacio luminoso de mi pantalla. Y no es que te obligue a permanecer, no, la tuya es una presencia voluntaria, la mirada de una niña que no recuerda su nombre.

Escribo para recordar, para dejar en el aire las figuras del abandono. Lenta, literariamente me voy acercando a ti. Obstruye la mirada el aire inmenso, las sombras cautivas de la incertidumbre.


Comienzo a dejar en venta los movimientos de tus manos, el delicado calibre de tu boca.

¿A dónde me lleva tu condición lunar, las señales de tus pasos?

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