lunes, 12 de enero de 2004

CEÑIR LA NADA
insultar el tiempo
detener el paso del otoño por las hojas

sentir el rumor inminente
de los que participan en el secuestro de las voces

no pude extender mis dislocaciones
más allá de un lado o de otro
despeñar sonidos desde la cumbre solar
hasta las puertas del abandono

ese camino era ya una condena
en los tiempos de la dicha
aun cuando las rosas enterraban
sus aromas en el aire

avanzar a v a n z a r
trasegar mis pier nas
mis pazoz invertir
tender el vilo de la rebelión
la arena crispada de la furia

sólo tengo una moneda entre los ojos

quiero tocar el cielo
con la decisión espléndida
del que lame sus heridas.


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