lunes, 10 de diciembre de 2007

No cantaré tus costados, pálidos y divinos que descubres con elegancia; ni ese seno que en los azares del amor se liberta de los velos tenues; ni los ojos, grises o zarcos, que entornas, púdicos; sino el enlazar tu brazo al mío, por la calle, cuando los astros en el barrio nos miran con picardía, a ti linda ramera, y a mí, viejo libertino.*

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"Estampa antigua"
*Julio Torri, El ladrón de ataúdes, FCE, México, 1987.

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