domingo, 25 de septiembre de 2005

En los calabozos de las redacciones


No hay espacio para la tristeza
no conocen la nostalgia
el frío de la noche
los gobiernos de la soledad

este peregrinar en la intemperie
salir para no llegar
buscando una región
de transparencia y espanto

quién nos inscribió en este funeral de la tristeza
quién
desde su espacio terrible
designó el mar y la luna como
sustento de los aterrados

cuántas veces
por encontrar la palabra equivocada
perdí las intenciones de la lluvia

cuántas falenas dejé partir
mientras estuve en el sótano de la disgresión.

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